Una mañana gris de un lunes cualquiera de hace no muchos años, un trabajador cualquiera subía en el ascensor preparado para afrontar una nueva semana, sin cambios ni sobresaltos. Salió del ascensor y giró, dispuesto a sentarse en su cubículo, en su mesa habitual con las fotos de su familia pegadas a la pared. Cuál fue su sorpresa, que allí no había nada. No había paredes, no había ordenadores, y las mesas estaban esparcidas y vacías. Cada uno se sentó donde quiso o donde pudo. “¿Qué ha ocurrido aquí?”, preguntó, temiendo haberse equivocado de planta. “Reorganización”. “¿Por qué?”, volvió a preguntar. “No lo sé. Había que hacerlo y lo hicimos”.
Aquel trabajador estaba viviendo aquella mañana el cambio que nadie entendía pero que era ya una realidad. Algo estaba cambiando, también la forma de trabajar. Y muchas otras cosas que irían llegando. A veces no se sabía el por qué, sólo que había que subirse al tren.
Motores del cambio
Para 2020 se prevé que el 40% de los trabajadores sea freelance o giggers, que se prevé que aumente hasta la mitad en los próximos años, y alcance el 80% de la fuerza laboral en 2030; o las nuevas generaciones de trabajadores que buscan una mayor flexibilidad laboral, son algunos de estos “motores” del cambio que también están modificando la relación entre las personas, los espacios físicos de trabajo y la productividad.
Se exige una mayor libertad, y una mayor flexibilidad a la hora de compaginar la vida laboral con la personal. Trabajar desde cualquier parte y convertir la oficina sólo en un entorno colaborativo, de intercambio de ideas.
Al servicio del cliente interno
La eficiencia de los espacios es crucial en esta situación. Trabajar en entornos cada vez más virtuales exige que cada vez se necesiten menos espacios físicos, y que los que existan, sean lo más eficiente posible para que la colaboración no se vea perjudicada. Los espacios ahora están al servicio del empleado y la tecnología es un gran aliado. Arquitectura y tecnología se unen (“techiture”) para ofrecer soluciones digitales: sistemas cloud, sistemas para agendar reuniones, sistemas wireless, IoT (control de luces, aire acondicionado…), conectividad, big data, sistemas de análisis y tracking … En definitiva, soluciones centradas en el trabajador, en el cliente interno. Convertir los espacios de trabajo en lugares interactivos, de debate y de creatividad en un entorno “aparentemente” relajado, para aumentar la productividad.
No es de extrañar entonces que haya una “ciencia” detrás del diseño de las nuevas oficinas, que no sólo las hagan más funcionales y eficientes, sino que reflejen los valores de la compañía. Desde los colores a las formas del mobiliario, pasando por el tono de las luces o la temperatura. Desde incorporar pequeñas zonas de descanso o zonas “verdes”, a crear verdaderas ciudades con todos los servicios que un trabajador puede necesitar.
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